ESPECTADORES




La fotografía necesita, todavía, deshacerse de muchos advenedizos que se han acercado hasta ella apuntándose a modas impuestas desde las arbitrarias posiciones de unos pocos que hicieron un mal irrecuperable y, al mismo tiempo, lastraba la realidad de otras, sobre todo de la pintura. Por eso celebramos cuando nos encontramos con un artista como Aleix Plademunt (Gerona, 1980), un joven fotógrafo que ejerce de ello. Su obra, además de participarnos una imagen resolutivamente acertada, nos compromete con una realidad social de primer orden. El entorno cotidiano sucumbe a la depradación incesante del ser humano. El artista catalán manipula el paisaje convirtiéndole en un teatro cuyo aforo está dispuesto para que hipotéticos espectadores contemplen esa realidad abocada al desastre que ellos mismos han creado. En sus obras, los espacios paisajísticos se llenan de sillas perfectamente preparadas para una sesión dramática ante tan desolado escenario. El artista invita a una seria reflexión. El sujeto se convierte en un nuevo contemplador que, desde su pasividad, deberá transformarse en personaje activo ante la inminencia del proceso destructor. Sin embargo, ante cada secuencia el espectador, desde su anonimato, posibilita un ejercicio de contribución activa hacia una irrealidad incuestionable. De todos modos y, a pesar, de la intencionalidad de la obra, la fotografía de Plademunt nos sitúa en los valores de un arte grande que necesita de muchos y buenos argumentos para seguir manifestando su indiscutible realidad. La obra del artista catalán nos abre las conciencias pero, a la vez, nos conduce por los preclaros argumentos de un arte total, sin resquicios, donde el espectador es a su vez espectador de una acción. Metalenguaje que sintoniza con lo mejor y más acertado de un proceso creativo que debe avanzar y manifestar sus infinitas posibilidades.



Bernardo Palomo
diario EL MUNDO, El Cultural
Publicado el 03/01/2008